viernes, 23 de noviembre de 2007

NOVIEMBRE. Calendarios vencidos. Un pájaro en la ventana.

El pasado no siempre es fuente de entusiasmo: las fechas se agrupan a veces o saltan desde los calendarios para señalar un evento cualquiera, uno entre miles de eventos que para nosotros fue significativo. Pero hay tantos, inagotables, que resulta arbitrario determinar cuál marcar con un círculo
y cuál borrar sin más.

En un noviembre de un año distante murió mi abuelo, una de las personas más importantes de mi vida; también en noviembre cumple años alguien a quien quise mucho y que, sin morir, se fue para siempre. En dos noviembres bien distintos tuve la suerte de abrazar a mi querida familia de Galicia: una vez les fui a dejar destellos de mi alma en sus casas de otoño, otra vez vinieron ellos a regalarme abrazos y alegría; en ambas ocasiones comprobé cómo uno está conectado a ciertos seres desde el alma para toda la vida. En este noviembre me descubrí soñando imposibles y confirmando que existe una clase de amor tan cálido y tierno que provoca querer abrir las alas y crecer.

Pero también en otros noviembres compré cosas en el supermercado y di exámenes, tomé colectivos y trenes y salí a pasear por ferias y avenidas, me recibí, me agoté de estudiar, trabajar o intentar que ciertas cosas funcionaran, terminé etapas empecé otras, compré un diario trescientos diarios, fui a nadar con una amiga a una pileta de acá cerca, conseguí un trabajo, vi crecer plantas que había sembrado, me quedé con la intriga porque un amigo no volvió a comunicarse, se me partió el alma, conseguí un alma nueva con menos juicios (no hay como equivocarse para juzgar menos!) perdí una hermana, gané una familia, hice miles de sandwiches de bondiola, programas de radio, notas, un cuento, un cheque, quinientas colas de banco, escribí una carta emotiva, recibí otra entrañable, desayuné, dormí, jugué, soñé, amanecí llena de angustia y llena de optimismo. Recé, me olvidé de rezar, recé otra vez.

Estuve viva todos estos noviembres!!! Empecé este blog, las lobelias multiplican azul en mis macetas, charlé con Marta, la mejor amiga que tengo, mientras visitamos una muestra de pinturas en la avenida corrientes; me estrujaron de emoción con llamados telefónicos, con silencios, con la presencia constante y con la distancia. Alguien me acaba de hacer llorar de alegría. Y todo es un continum, un hilo de eventos y segundos que fluyen y pasan y se quedan, todos se quedan, todos los segundos. También la risa de la otra tarde, de tantos noviembres, incluso los innumerables instantes que no recuerdo, la rutina, el cepillo de dientes, el olor a pan tostado, las sábanas recién cambiadas, una mirada, cien mil millones de almuerzos.


El calendario de fechas vencidas es el que apaga el entusiasmo, el calendario arbitrario que le da más importancia a una muerte que a un momento de plenitud en una plaza cualquiera. Un pájaro canta en mi ventana, a todo pulmón. Por un momento pienso cuántas veces escuché cantar a los pájaros en esta sucesión de noviembres. Uno se acostumbra a vivir y a los milagros cotidianos. El pájaro sigue cantando. Si voy a recordar algo de un noviembre, ¿por qué no este momento de madrugada, con los pies descalzos, un poco dormida y el pájaro ese que no deja de cantar?
Ana

1 comentario:

Blackmac dijo...

Y diciembre y Enero? muy malos fueron?